Notas
Olivar veinte años después
En la última década del siglo pasado se produjo en la Facultad de Humanidades una renovación estructural en los estudios de Literatura Española. Nuevos equipos docentes nos hicimos cargo de las cátedras, quienes iniciamos el desarrollo de líneas de investigación y modificamos sustancialmente los programas de las asignaturas destinadas a recorrer los mil años de formación y difusión de la lengua, la cultura y la literatura que llamamos española.
El denominador común de estos cambios fue la determinación de revisitar el canon de la literatura española poniendo en duda la validez universal de las distintas tradiciones académicas, para abrirlo en cambio a la diversidad de la interpretación y los turnos de diálogo de quienes nos aproximamos a autores y obras en distintos contextos culturales.
Comenzamos a vislumbrar la posibilidad de un asedio plural a la literatura española que a su vez comenzó a proyectarse más horizontal y dialógico, desde la perspectiva de un conocimiento situado temporal y espacialmente. Vivenciamos entonces la necesidad impostergable de abordar un prolífico bagaje cultural atravesado por el turbulento devenir de la historia, junto con la evidencia de que esa aproximación solo era posible desde la total consciencia de nuestro lugar de enunciación: la de profesores universitarios americanos inmersos en una cultura postcolonial, que nos acercábamos a un campo de estudios riquísimo con instrumentos excepcionales para posicionar nuestro lugar específico como argentinos (y platenses) en el concierto de una cultura compartida, pero también diferente…
Resultó muy complejo el ejercicio de adentrarnos en un pasado lingüístico y cultural heredado para buscar los nexos con nuestro presente, pero a su vez analizar los signos de diferenciación y autoafirmación de nuestro discurso. Esa práctica a su vez resultó un aliciente para debatir con colegas de nuestro país y del resto del mundo que contribuyeron a darle forma a este pensamiento des-centrado que paralelamente se estaba desarrollando en otros ámbitos académicos.
En el año 2000 Olivar surgía como la consecuencia natural de esta discusión ingente. En su presentación definíamos a la revista como un medio de expresión y un foro de debate que abría sus puertas desde el ámbito académico para integrar voces de otros espacios concretos y simbólicos. Hoy releo en esos principios fundacionales la imperiosa necesidad que teníamos de elevar nuevas voces que dieran cuenta de la existencia de un Hispanismo poligenético que no solo se remontaba a sus orígenes europeos decimonónicos sino que llegaba a los confines asutrales de América, atravesado por los avatares culturales, sociales y políticos del siglo xx.
No me cabe duda de que este objetivo inicial se cumplió con creces. Llegamos hoy a la publicación de 20 volúmenes con 32 números que recorrieron la totalidad de la literatura y cultura españolas, desde el Poema de Mio Cid hasta la Guerra civil española, desde un renovado tratamiento a los clásicos del Siglo de Oro, como Cervantes o Lope de Vega, y los debates sobre cultura letrada en los siglos XIX y XX, hasta las manifestaciones de la literatura popular y las discusiones actuales sobre la política lingüística del español o la literatura de la memoria que interpela a las sociedades contemporáneas de este y del otro lado del océano. Temas candentes que se han instalado en las últimas décadas en nuestra cultura iberoamericana fueron tratados por especialistas que se adentraron en agendas tan innovadoras comolos nexos entre memoria histórica y derechos humanos, las miradas de género, las relaciones entre cosmopolitismo y latinoamericanismo, la ciencia y la literatura, la intermedialidad y la transnacionalidad,
Olivar afrontó el tratamiento transversal de temas y períodos, conjuntamente con una mirada comparativa que siempre retorna al dilema de la unicidad y la diversidad cultural de quienes pertenecemos al mundo hispanohablante. Este desarrollo se produjo, además, en un momento de transformaciones sustanciales en la difusión de las revistas académicas que dejaban paulatinamente en los primeros años del siglo XXI el tradicional formato impreso en papel para pasar a la publicación digital de sus contenidos. También Olivar fue pionera en esta empresa ya que rápidamente se adaptó a las nuevas tecnologías e ingresó en las principales bases de indexación nacionales e internacionales, gracias a la colaboración indispensable de la Biblioteca y la Prosecretaría de Gestión Editorial de la Facultad.
Lo dicho hasta aquí trata de responder la pregunta sobre la génesis de Olivar. Para su origen fue razón necesaria la existencia de un conjunto de personas que teníamos la imperiosa necesidad de abordar el interrogante sobre el lugar desde dónde estudiábamos y enseñábamos la literatura española, y que nos abocamos a construir a través de la revista un canal de difusión de nuestras perspectivas teórico-críticas, con puentes de diálogo paralelamente tendidos entre enfoques convergentes y divergentes en nuestro país, en América y en Europa. El equipo responsable de Olivar, o debería decir, los equipos que se sucedieron a lo largo de 20 años tomamos como nuestro este desafío e hicimos posible día a día este espacio de intercambio fructífero. Para no caer en ningún inmerecido olvido expreso mi más profundo agradecimiento a todas y todos quienes en el correr del tiempo estuvieron a cargo de las distintas áreas de la gestión de la revista. Estoy convencida de que lo realizado en Olivar es el resultado de una tarea colectiva a la que cada uno sumó su compromiso y dedicación.
A la explicación sobre el porqué del surgimiento de Olivar, inmediatamente se impone una segunda pregunta que responda cómo fue posible su presencia ininterrumpida a lo largo de 20 años que le permitió ganar su lugar en el debate académico internacional. En este punto se impone indagar sobre el rol de la institución en la que Olivar creció y maduró. Una vez más reitero que no creo en el mérito individual como clave de un proyecto institucional. No es casual que el contexto de la universidad pública argentina de la democracia posdictatorial haya sido el espacio en el que germinó este proyecto. No es casual que las sucesivas gestiones de la Facultad de Humanidades hayan tenido en el centro de sus políticas académicas el desarrollo y la difusión de la investigación como interacción con las actividades docentes. No es casual que nuestro Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, perteneciente desde hace diez años al IdIHCS, haya sido el micro espacio en el que se fundó y se consolidó la revista. En este fértil ámbito de debate en el que coincidimos especialistas de distintas áreas, géneros y enfoques, maduró el ideario innovador al que aludí, acerca del lugar de la literatura y cultura españolas que contribuyó a consolidar una perspectiva americana y argentina del campo de estudio, reflejado en las miles de páginas publicadas en los años transcurridos. Solo me resta agradecer a cada uno de mis colegas y amigos el apoyo brindado: gracias por haber transitado juntos este recorrido.
Por último, no querría cerrar estas palabras con un mensaje de despedida pero se impone hacer una mínima referencia a la decisión de dejar la dirección de la revista. Como no podía ser de otra manera, una consecuencia más de este “giro hispano-cultural” fue la formación de personas altamente calificadas para continuar las actividades iniciadas hace 20 años, cumplidas hasta hoy muy satisfactoriamente. Sin lugar a dudas es el momento de pasar la antorcha a quienes tienen las capacidades y el deseo de apropiarse de la revista, como corresponde apropiarse de todos los bienes culturales, para proseguir su camino de continuidades y cambios, ambos movimientos esenciales para su vitalidad. Los mejores deseos para el nuevo plantel y mi compromiso de seguir acompañando el desbroce de la senda a recorrer en el futuro.
Gloria Chicote
Directora de Olivar
2000-2020