ARTICULO/ARTICLE
Juan Héctor Fuentes
Universidad
de Buenos Aires
Instituto
de Investigaciones Bibliogr áficas y Crítica Textual
(IIBICRIT). CONICET
Argentina
Cita sugerida: Fuentes, J. H. (2016). "La Natura que cría todas las crïaturas”: una nota sobre la figura de Naturaleza en el Libro de Alexandre. En S. Disalvo (ed.), Natura litterata. La naturaleza en la poesía hispánica medieval y su contexto latino y románico. Olivar, 17 (26), e013. Recuperado de http://www.olivar.fahce.unlp.edu.ar/article/view/OLIe013
Resumen
Las
estrofas 2324-2333 del
Libro de Alexandre
nos ofrecen una traducción, o mejor, una adaptación de
los versos 6-30 del libro 10 del Alexandreis
de
Gautier de Châtillon, en los que se nos presenta a Natura,
personificación
de la naturaleza,
encolerizada
por la soberbia de Alejandro. En el presente trabajo estudiamos el
tratamiento del personaje que presenta el libro castellano en
relación con su modelo latino y con el concepto de
"naturaleza" elaborado por los autores del "Renacimiento
del siglo XII".
Palabras clave: Libro de Alexandre; Clerecía; Gautier de Châtillon; Alexandreis; Renacimiento del siglo XII; Naturaleza
Abstract
Stanzas
2324-2333 of Libro
de Alexandre
offer a translation, or rather, an adaptation of verses 6-30, Book
10, of Gautier de Châtillon’s Alexandreis,
in which Natura
is presented as a personification of nature, angry at the pride of
Alexander. In this paper we study the treatment of this character
present in the Castilian poem in relation to its Latin model and the
concept of "nature" developed by the authors of the
12th-Century
Renaissance.
Keywords: Libro de Alexandre; Clergy; Gautier de Châtillon; Alexandreis; 12th-Century Renaissance; Nature
El Libro de Alexandre se nos presenta como una síntesis peninsular de ese fenómeno que, desde el célebre estudio de Haskins (1927), se denominó “Renacimiento del siglo XII”. Como bien señala De Libera (2000), es preferible hablar más bien de dos renacimientos: uno, autóctono, “que consiste en el desarrollo y la profundización de lo que los latinófonos tenían de propio, ha estado marcado por el extraordinario desarrollo de las artes del lenguaje [...] y por el reencuentro progresivo del pensamiento lógico-lingüístico con el mundo de la ciencia sagrada”; mientras que el segundo renacimiento “se despliega en un gigantesco trabajo de traducción, políticamente infundida por el obispo de Toledo” (De Libera, 2000: 313).
Uno de los aportes m ás significativos de esta renovación cultural tiene que ver con la reflexión en torno al concepto de “naturaleza”. Las observaciones de los autores de este período tendrán hondas repercusiones en el saber teológico, filosófico y científico, y se proyectarán en las artes, de modo particular, en la poesía latina. Sobre este último aspecto afirma Gregory:
no estamos frente a una mera creación poética ligada a modelos clásicos, sino a la transcripción de un concepto de naturaleza que se ha afirmado en la cultura del siglo XII: el mundo físico deja de ser, o mejor, deja de ser sólo un tenue y transparente tejido de símbolos que de disipan en la primera interpretación alegórica; es un complejo de fuerzas, un vigor que organiza y conserva el cosmos, objeto de sensible delectatio cantada por los poetas en su más sutiles seducciones, pero, sobre todo, objeto de una investigación física, fecundo campo en el cual encuentra plena explicación una ratio antes desconocida. (Gregory, 1964: 23)
Como bien señalaron Deyermond (1973, 1989) y López García (2000), entre otros, los aportes del “primer” Renacimiento del siglo XII se perciben en la literatura castellana de la primera mitad del siglo XIII a través de la obra que sirvió de principal fuente para el Libro de Alexandre: el poema Alexandreis de Gautier de Châtillon (ca. 1135 – post 1179)i, épica en hexámetros latinos que exalta la figura y las hazañas de Alejandro Magno siguiendo principalmente la Historia Alexandri Magni de Quinto Curcio Rufo y tomando como modelo poético la Farsalia de Lucano (Lafferty 2011: 185-6)ii. El número de manuscritos que conservan el poema da cuenta de su notable difusión a través de Europa durante la Edad Mediaiii.
En
el presente trabajo nos proponemos estudiar la reelaboraci ón
del personaje de Natura que presentan las estrofas 2324-2333 del
Libro
de Alexandre
en relación con su fuente. En primer lugar, nos detendremos en
el tratamiento del personaje en la Alexandreis
y su afinidad con otros autores del siglo XII, en particular,
Bernardo Silvestre y Alano de Lille, para luego, mediante un análisis
contrastivo, estudiar las operaciones de adaptación y
apropiación del modelo latino en el texto castellano.
2. Natura en la Alexandreis
En
los últimos versos del libro 9 de la Alexandreis,
vencidos el rey Poro y los demás reyes orientales, Alejandro
manifiesta a los suyos su voluntad de proseguir con sus conquistas
más allá de los límites de lo conocido:
... Antipodum penetrare sinus aliamque uidere
Naturam accelero. michi si tamen arma negatis,
Non possum michi deesse. manus ubicumque mouebo,
In theatro mundi totius me rear esse,
Ignotosque locos uulgusque ignobile bellis
Nobilitabo meis, et quas Natura remouit
Gentibus occultas calcabitis hoc duce terras.
Hiis operam dare proposui nec rennuo claram
Si Fortuna ferat uel in hiis extinguere uitam. iv
( Alexandreis 9. 569-577)
Los
primeros versos del libro 10 nos presentan a la escuadra de Alejandro
en el mar, empujada por el Céfiro y sin saber cuál será
su destino:
Sidereos fluctus et amicum nauibus amnem
Praebuerat Zephyrus, et iam statione soluta
Longius impulerat acclinis nauita classem,
Ignarus quo tendat iter uel quam procul absit
Hactenus Oceani populis incognitus amnis v.
( Alexandreis 10. 1-5)
Es
entonces cuando interviene Natura, llena de dolor por las palabras
del jefe macedonio:
Interea memori recolens Natura dolore
Principis obprobrium mundo commune sibique,
Qui nimis angustum terrarum dixerat orbem
Arcanasque sui partes aperire parabat
Gentibus armatis, subito turbata uerendos
Canitie uultus, ylen irata nouumque
Intermittit opus et quas formare figuras
Ceperat, et uariis animas infundere membris
Turbida deseruit, uelataque nubis amictu
Ad Styga tendit iter mundique archana secundi.
Quo se cumque rapit, cedunt elementa sueque
Artifici assurgunt. ueneratur pendulus aer
Numinis ingressum. terrae lasciuia uernis
Floribus occurrit. solito mare blandius undis
Imperat, et tumidi tenuere silentia fluctus.
Omnia naturam digne uenerantur et orant
Vt sata multiplicet fetusque et semina rerum
Augeat infuso mixtoque humore calori.
Illa suis grates referens seruare statutas
Iussit et in nullo naturae excedere metas.
“Ad Stiga discedo, michi prouisura meisque,”
Inquit “Alexandri, quem terra, fretumque perhorrent,
Euersura caput, nobis commune flagellum. ”
Dixit et obscuros aperit telluris hyatus
Tartareumque subit decliui tramite limen. vi
( Alexandreis 10. 6-30)
Este pasaje de la Alexandreis es por demás revelador, ya que junto con el concepto de “naturaleza”, el otro gran hallazgo del Renacimiento del siglo XII es su representación literaria. Natura se presenta como una divinidad cuya principal ocupación es “formare figuras... et uariis animas infundere membris”, es decir, “informar la materia informe e infundir el alma en los miembros”.
A su
paso, el aire, la tierra y el mar se le someten y le rinden
veneración:
Quo se cumque rapit, cedunt elementa sueque
Artifici assurgunt. ueneratur pendulus aer
Numinis ingressum. terrae lasciuia uernis
Floribus occurrit. solito mare blandius undis
Imperat, et tumidi tenuere silentia fluctus.
Omnia naturam digne uenerantur …
( Alexandreis 10, 16-21)
Asimismo,
le ruegan que, combinando los elementos, garantice la fecundidad de
la creación. Ella les agradece y les asigna sus límites:
Omnia [...] orant
ut sata multiplicet fetusque et semina rerum
augeat, infuso mixtoque humore calori.
Illa suis grates referens seruare statutas
iussit et in nullo naturae excedere metas.
( Alexandreis 10, 21-25]
Sería un error pensar que para los autores del siglo XII la naturaleza no es otra cosa que una personificación puramente retórica a la manera de los vicios y virtudes de la Psychomachia de Prudencio. Como bien han reconocido Curtius (1955), Lewis (1964) y Dronke (1980), entre otros, Natura es un poder cósmico. Es una de las últimas experiencias religiosas del mundo pagano tardío de vitalidad inextinguible.
A
pesar de coincidir en la valoraci ón de Natura como fuerza
vital, Dronke se aparta de Curtius en cuanto a sus orígenes.
Mientras que el filólogo alemán refiere a una tradición
de la “diosa Natura” que se remonta a Ovidio, cobra forma
con Claudiano (s. IV) y se proyecta hasta Chaucer y más allávii,
Dronke (1980) mitiga el influjo clásico y la idea de
continuidad en la conformación del concepto y busca sus
fuentes en tradiciones que remiten al culto de la tierra (Gea,
Tellus, Terra),
encontrando su primera elaboración intelectual medieval en las
causas
primordiales del
Periphyseon
de Escoto Eriúgena (ca. 810- ca. 877), que servirán de
germen, aunque quizá de manera indirectaviii,
para la idea de naturaleza presente en la neoplatónica
Cosmografía
de
Bernardo Silvestre (ca. 1100 – ca. 1160). Según Dronke,
es Bernardo quien introduce en la literatura medieval a Natura como un a divinidad, incluso podemos decir que la ha inventado, puesto que la naturaleza, personificada retóricamente por los autores de la Antigüedad Tardía, no tenía nada de la vivacidad o de la específica función creadora de la heroína de Bernardo. (Dronke 2003: 271)
El autor la representa subordinada a una divinidad superior, Noys (la divina Providencia), quien la llama “uteri mei beata fecunditas”ix (“de mi vientre feliz fecundidad”). Junto con Urania y Physis forma una tríada que interviene en la creación del universo en la primera parte de la obra (Megacosmos) y en la creación del hombre en la segunda (Microcosmos).
Sin embargo, será en la obra de Alano de Lille (ca. 1120-1203), Doctor Universalis, en la que el personaje de Natura alcance su mayor vitalidad poéticax. En su prosimetrum De planctu Naturae (ca. 1160- 1170) Alano se muestra deudor de Bernardo ya por el lenguaje ya por su concepción,xi aunque la imagen de Natura adquiere una dimensión cósmica mucho más elevada, ya que ha asimilado las funciones de Urania, Physis y Endelechia. A su vez, la femenina Noys cede a la figura del Creator. Como bien afirma Newman (2013: 66), “the goddess thus enjoys even greater prominence than in Cosmographia, though Alan has replaced Bernard’s female pantheon with a more predictably male-dominated one”.
Si compartamos las descripciones de Naturaleza que ofrecen tanto Bernardo Silvestre como Alano de Lille, podremos advertir importantes coincidencias, sobre todo con el segundo, en la personificación de Gautier: el amanecer mitológicoxii del libro 10, 1-2 (“Sidereos vultus, et amicum navibus amnem / praebuerat Zephyrus…”) se corresponde con De planctu Naturae 5, 1-2 (“Floriger horrentem Zephyrus laxaverat annum, / exstinguens Boreae proelia pace sui”xiii); la tristeza embarga tanto a Natura en Alexandreis 10, 6 (“Interea memori reconlens natura dolore…”) y en la obra de Alano (De planctu Naturae 6: “Hac igitur amoenante temporis iuventute, nullis rerum exhilarata favoribus priorem virgo potuit temperare tristiem”xiv y más adelante 7, 45-8: “Ora cur fletus pluvia rigantur? / Quid tui vultus lacrimae prophetant? / Fletus interni satis est doloris / lingua fidelis”xv); así como la actividad de Natura en Gautier es “formare figuras /… et uariis animas infundere membris” (10, 12-13), el himno en estrofas sáficas de Alano (De planctu Naturae 7, 13-16) afirma que Natura es “quae, Noys puras recolens ideas,/ singulas rerum species monetas, / rem togans forma, clamidemque formae / pollice formans”xvi; como ya hemos mencionado, todos los elementos rinden pleitesía a Natura en Alexandreis 10, 16-21 ( “Quo se cunque rapit, cedunt elementa [...] omnia naturam digne venerantur...”), homenaje que ocupa prácticamente toda la prosa 4 del De planctu Naturae (Wetherbee 2013: 56-62) y resume Alano en 7, 17-20: “Cui favet caelum, famulatur aer / quam colit tellus, veneratur unda, / cui, velut mundi dominae, tributum / singula solvunt”xvii. Asimismo los elementos la reconocen como “sua artifex”, “su artífice”, como también en la obra de Bernardo Silvestre: “habitaculum anime, corpus, artifex Natura de initiorum materiis et qualitate conponit” (Meg. 4, 14)xviii.
A
partir de la comparación resulta evidente el influjo del De
planctu Naturae
de Alano de Lille en la construcción de personaje de
Naturaleza en Alexandreis.xix
La
presentación de Natura
que ofrece la primera sección del libro 10 de Alexandreis
ocupa las estrofas 2324-2333 del Libro
de Alexandrexx:
Quiero dexar el rëy en las naves folgar:
Quiero de su sobervia un poquiello fablar;
Quiérovos la materia un poquiello dexar,
Pero será en cabo todo a un lugar.
La Natura que cría todas las crïaturas,
las que son paladinas e las que son escuras,
tovo que Alexandre dixo palabras duras,
que querié conquerir las secretas naturas.
Tovo la rica due ña que era sobjudgada,
Qu e’le querié él toller la lëy condonada;
¡de su poder non fuera nunca desheredada,
sinon que Alexandre la avié aontada!
En la cosas secretas quiso él entender,
que nunca omne vivo la pudo saber.-
Qu ísolas Alexandre por fuera coñoçer:
¡nunca mayor sobervia comidió Luçifer!
Aviéle Dïos dado los regnos en so poder:
non se le podi é fuerça ninguna defender,
Queri é saber los mares, los Infiernos veer,
lo que non podi é omne nunca acabeçer.
Pesó al Crïador que crïó la Natura:
ovo de Alexandre saña e grant rencura.
Dixo: “¡Este lunático que non cata mesura
Yo ’l tornaré el gozo todo en amargura!
Él sopo la sobervia de los peçes judgar:
la que en s í tenié non la sopo asmar.
¡Omne que tantos sabe judizios delivrar,
por qual juïcio dio, por tal deve pasar!”
Quando vio la Natura que al Se ñor pesava,
ovo grant alegría, maguer triste andava.
Movi óse de las nuves, de do siempre morava,
por mostrar su rencura, qu ál quebranto tomava.
Bien veyé que por omne nunca serié vengada,
ca moros e judíos temíen la su espada.
Asm ó que’l echasen- una mala çelada,
buscar c ómo le diessen colaçión enconada.
Pospuso sus lavores, las que soli én usar;
†por nuevas crïaturas las almas guerrear,†
desçendió al Infierno su pleito recabdar,
pora‘l rey Alexandre mala carrera dar.
En la versión romance, el traductor, o mejor, adaptador omite los primeros cinco versos del libro 10 de Alexandreis que contienen referencia al Céfiro y a la armada griega. En su lugar incorpora una copla que sirve de introducción para el tema de la soberbia de Alejandro y su castigo divino: “Quiero dexar el rëy / en las naves folgar: / quiero de su soberbia / un poquiello fablar…” (2324 a-b).
En l íneas generales, las coplas 2325 a 2331b (“La Natura, que cría todas las crïaturas… ovo grant alegría, maguer triste andava”) sugieren una amplificatio de Alexandreis 10, 6-10 (Interea memori recolens Natura dolore / Principis obprobrium mundo commune sibique, / Qui nimis angustum terrarum dixerat orbem / Archanasque sui partes aperire parabat gentibus armatis…).
La
primera copla de la sección (2325) nos presenta a Natura. La
proposición adjetitva que acompaña (“que cría
todas las crïaturas, / las que son paladinas e las que son
escuras”) son un agregado a la manera de epíteto épico
con el que el anónimo castellano destaca el poder creador de
la Naturalezaxxi
y, asimismo, la referencia a las criaturas “escuras” le
permite articular los dos primeros versos de la estrofa con los dos
siguientes, en los que se hace referencia a la intención de
Alejandro de “conquerir las secretas naturas” (2315d),
verso que se corresponde con Alexandreis 10, 10 (arcanasque sui
partes aperire parabat). La estrofa 2326 se relaciona mediante un
comienzo anafórico con 2325c-d y desarrolla el sentimiento de
afrenta de Naturaxxii:
tovo que Alexandre dixo palabras duras,
que queri é conquerir las secretas naturas. (2325 c-d)
Tovo la rica dueña que era sobjudgada,
Qu e ’le querié él toller la lëy condonada;
¡de su poder non fuera nunca desheredada,
sinon que Alexandre la avi é aontada!
(2326)
Las
estrofas 2327-2328, a su vez, retoman y amplifican el deseo de
conocer las “secretas naturas” de 2325d y especifica en
qué consiste la soberbia de Alejandro:
En la cosas secretas quiso él entender,
que nunca omne vivo la pudo saber.-
Quísolas Alexandre por fuera coñoçer:
¡nunca mayor sobervia comidió Luçifer!
Aviéle Dïos dado los regnos en so poder:
non se le podi é fuerça ninguna defender,
Querié saber los mares, los Infiernos veer,
lo que non podi é omne nunca acabeçer.
(2327-2328)
La
referencia a Dios del verso 2328a sirve de nexo con las dos estrofas
siguientes (2329-2330), en las que el autor castellano realiza una de
las amplificaciones más innovadoras del pasaje: la
intervención de Dios como Creador, a quien está
subordinada Naturaleza, que mediante un discurso directo censura y
condena la soberbia de Alejandro:
Pesó al Crïador que crïó la Natura:
ovo de Alexandre saña e grant rencura.
Dixo: “¡Este lunático que non cata mesura
Yo ’l tornaré el gozo todo en amargura!
Él sopo la sobervia de los peçes judgar:
la que en sí tenié non la sopo asmar.
¡Omne que tantos sabe judizios delivrar,
por qual juïcio dio, por tal deve pasar!” (2329-2330)
Como bien afirma Pejenaute Rubio (1995: 455) “esta primera parte del libro 10, que se cuenta la bajada de Naturaleza a los Infiernos […] ha sido sometida por el autor del Libro a un profundo proceso de cristianización, comenzando por el hecho – importantísimo – de que la decisión de eliminar a Alejandro parte en el poema español no de la Naturaleza sino del propio Dios: “Pesó al Crïador que crió la Natura, / ovo de Alexandre saña e grant rencura, / dixo: ‘este lunático que no cata mesura, / yol tornaré el gozo todo en amargura’”. La estrofa 2330 explaya el motivo de la cólera divina: la soberbia del rey puesta de manifiesto en el juicio con el que cierra la expedición submarina (c. 2327-2320).
Garc ía López (2000: 800) observa que “si enfrentamos los versos 2325a (“La natura que cría todas la creaturas”) y 2329a (“Peso al Criador que crió la Natura”) parece que se nos revela la estructura intelectual que soporta la biografía alejandrina en cuartetas monorrimas. Nuestro autor tiene una visión del mundo donde el Criador, desde el vértice de la pirámide ontológica, delega en la Natura la obra d ela Creación”. Como señala el mismo autor más adelante, dicha estructura ontológica no es ajena a la concepción de Natura subyacente en Gautier de Châtillon, ya que para los autores del siglo XII y, de modo particular, para Alano de Lille, es “Dei auctoris vicaria”( “vicaria del Dios creador”). Con esta amplificación, el autor del Alexandre hace explícita la relación de Naturaleza con Dios y mediante dicha operación supedita la intervención de la misma a los planes divinos.
La
subordinación de Naturaleza a la voluntad de Dios queda de
manifiesto en 2331a-b: “Quando vio la Natura que al Señor
pesava, / ovo grant alegría, maguer triste andava”. En
la segunda parte de la estrofa retoma la fuente latina (10, 14:
“turbida... uelataque nubis amictu”): “Movióse
de las nuves, de do siempre morava, / por mostrar su rencura, quál
quebranto tomava” (2331c-d). Sigue una amplificación en
la que el autor nos presenta a Naturaleza reflexionando sobre el
castigo que infligiría a Alejandro:
Bien veyé que por omne nunca serié vengada,
ca moros e judíos temíen la su espada.
Asm ó que’l echasen- una mala çelada,
buscar c ómo le diessen colaçión enconada.
(2332)
A
continuación, vuelve al modelo latino aunque reordenando el
material: la primera parte de la estrofa, en la que hace uso de la
abbreviatio,
(Pospuso sus lavores, las que solién usar; / †por
nuevas crïaturas las almas guerrear,† vv. 2333a-b)xxiii
está inspirada en Alexandreis
10,
12-14: “intermittit opus et quas formare figuras / ceperat, et
uariis animas infundere membris / Turbida deseruit...”xxiv
La segunda parte de la estrofa (desçendió al Infierno
su pleito recabdar, / pora‘l rey Alexandre mala carrera dar
2333c-d) traduce, con amplificación, 10, 15: “Ad Stigia
tendit iter...”
Sigue
a continuación la descripción del infierno, en la que
la fuente principal es Alexandreis
(10, 31-74 y 109-120), aunque adaptando y amplificando de manera
notablexxv.
La referencia a la visita de Natura al Infierno es retomada en la
estrofa 2424:
Tant’ avemos, señores, la razón alongada,
dexamos la Natura sola, desamparada;
mas tornemos en ella, fagámosla pagada,
contendamos con ella fasta ont sea tornada.
Volviendo a la estrofa 2333a-b es de notar que el autor del Libro en su simplificación (“Pospuso sus lavores, las que solién usar”) suprime la referencia a la labor cosmogónica de Natura (“et quas formare figuras / ceperat, et uariis animas infundere membris / Turbida deseruit...”) y omite por entero la extensa secuencia en la que se describe su descenso y el homenaje de la creación (Alexandreis 10, 16-30).
Junto con la incorporaci ón de Dios en las estrofas 2329-2330, esta es la segunda innovación más importante en el Libro de Alexandre en lo que respecta a la reelaboración de la imagen de Natura, ya que los vv. 16 a 30 de la Alexandreis transmiten un auténtica “teofanía” de Natura, en la que, en su descenso hacia los Infiernos, los elementos y las criaturas le rinden homenaje, la veneran y le ruegan “ut sata multiplicet, fetusque, et semina rerum / augeat, infuso, mistoque humore calori”. Natura no sólo agradece sino que les ordena “servare statutas... / et in nullo naturae excedere metas” y les confiesa su intención de “hechar por tierra la cabeza de Alejandro”, “nobis commune flagellum”. La omisión de estos versos en romanceamiento reducen en gran medida la grandeza cósmica de Natura.
En
opinión de García López, la diferencia entre los
dos episodios, que comparten una misma raíz, se basa en la
voluntad, por parte de autor del Alexandre,
de obviar “los asomos de emanacionismo neoplatónico, y
aun podríamos decir de panteísmo, del texto de Gautier,
para introducir al Dios cristiano cuyo juicio expresado en términos
inequívocos pone en marcha la alianza universal contra el
monarca macedonio” (García López 2000: 804-805).
Sin embargo, según el mismo autor, “el que Natura
conserve un espacio en el poema romance nos asegura de la filiación
intelectual propuesta por nuestro anónimo: de no ser así,
hubiera prescindido de tan problemático personaje”
(García López 2000: 805). Este hecho sumado al manejo
solvente de “categorías primordiales” de la
Escuela de Chartres, conducen al crítico a inscribir al autor
del Alexandre
en la tradición de dicha escuela. Por el contrario, Materni
(2012: 227-118), si bien reconoce en el texto castellano
“rintracciabili formule e immagini di ascendenza chartrense”,
no las atribuye a un influjo directo de una escuela en particularxxvi,
antes bien, las considera expresiones comunes el ambiente
escolástico-literario.
El tratamiento del personaje de Natura que nos ofrece el Libro de Alexandre en relación con su modelo latino sugiere varias explicaciones. En primer lugar, nos parecen oportunas las observaciones de García López en cuanto al manejo y la precisión de los conceptos y categorías procedentes de la escuela de Chartres, atendiendo a la salvedad de Materni de que dichas categorías serían comunes en el entorno escolástico. Refuerza esta idea el hecho de que la obra Alano de Lille era conocida ya en el siglo XIII como lo demuestran las referencias de autores como Diego García de Campos (Alonso 1943; Hernando Pérez 1992: 230-249), los manuscritos conservados en la Catedral de Toledo y los registros de las bibliotecas episcopalesxxvii.
Asimismo la opacada presentación de Natura en el Libro de Alexandre respecto de su modelo latino podría obedecer también a un cambio en la concepción de la naturaleza procedente de las nuevas corrientes filosóficas que irrumpen desde el siglo XII como consecuencia de la intensa actividad traductora que tuvo su foco de producción en la Península Ibérica y que permitió la ampliación del horizonte cultural con el ingreso de la filosofía árabo-musulmana en Europa y la conformación del corpus del Aristoteles latinus. El ingreso del aristotelismo implicó una importante renovación de la Filosofía Natural con el renacimiento de una noción teleológica de naturaleza, frente a las concepciones de raíz neoplatónica sostenidas por la Escuela de Chartresxxviii.
Con todo, sin negar la pluralidad de lecturas que posibilita el Libro de Alexandrexxix, el carácter eminentemente didáctico-moralizante de la obra es a nuestro parecer la principal causa del “recorte” y reelaboración de la imagen de Natura. Atendiendo tanto a los lectores letrados como a un público conformado por cortesanos y clérigos de escasa formación, el autor del Libro prefirió eliminar los elementos que pudieran suponer confusiones o entraran en conflicto con la ortodoxia religiosa, para lo cual incorporó o, mejor, hizo explicito el sustrato cristiano del poemaxxx. De esta manera, reemplazó una figura de Natura muy elaborada poéticamente por Gautier, pero que en su autonomía podía prestarse a confusión, por una Natura subordinada a Dios, despojada de los atributos cosmológicos del modelo latino, pero atenta a aplicar el castigo divino a la soberbia de Alejandro.
La adaptación del personaje de Natura pone de manifiesto la extraordinaria originalidad del Libro de Alexandre, originalidad capaz de lograr una admirable síntesis de los dos “Renacimientos” del siglo XII: el autor anónimo, movido por un afán didáctico-moralizador, conjuga el concepto de Naturaleza, la poesía y el amor por el mundo antiguo del primer renacimiento, latino, con las innovaciones filosóficas y, sobre todo, la práctica de traducción y apropiación cultural que caracterizaron al segundo renacimiento.
i En lo que respecta a los datos biográficos y la obra de Walter de Châtillon, vid. Pejenaute Rubio (1989-1990 y 1998); Lafferty (1995, 1998a, 1998b y 2011); Townsend (1997) y Dronke (2003: 276-280). Las citas de la Alexandreis corresponden a la edición de Colker (1978).
ii Con respecto a la datación del poema, Pejenaute Rubio (1998: 43-47) estudia detenidamente las distintas propuestas que, en líneas generales, sitúan hacia1176 la fecha ante quam non y entre 1182-1183 la post quam non. Lafferty (2011: 181-183) ofrece un panorama de las opiniones más recientes en torno a la fecha de composición de la obra.
iii Colker (1978) registra siete testimonios peninsulares: seis catalanes (cuatro en el Archivo de Ripoll y dos en la Biblioteca Central de Cataluña) y uno en el Escorial, a los que Arizaleta (1994) suma dos testimonios conservados en el Archivo General de la Catedral de Pamplona. Según Rico (1985) en su célebre estudio sobre el mester de clerecía, a comienzos del siglo XIII la Alexandreis era un libro utilizado en las escuelas de gramática y frecuentado por los estudiantes de Palencia.
iv “Me doy prisa por penetrar en los territorios recónditos de los Antípodas y contemplar (570) otro universo. No pueden faltarme armas aun en el caso de que vosotros me neguéis las vuestras. Dondequiera que desarrolle mi actividad pensaré que estoy sobre el escenario del mundo; a lugares desconocidos y a pueblos ignotos los haré famosos con mis batallas, y tierras que la naturaleza ha apartado del comercio humano (575) las hollaréis bajo mi caudillaje. A estas empresas es mi propósito entregarme, y no me niego a extinguir, incluso mi vida, si la Fortuna lo quiere” (Pejenaute Rubio 1998: 296).
v “El Céfiro había puesto a disposición de la naves una corriente propicia y un río favorable, y ya, levadas anclas, los marineros, inclinados sobre los remos, habían hecho avanzar la escuadra, sin saber cuál era su destino o cuánto distaba aquel río desconocido desde allí hasta los pueblos del Océano” (Pejenaute Rubio, 1998: 299).
vi “Mientras tanto Naturaleza, dándole vueltas en su dolor no olvidadizo a la afrenta del Príncipe, afrenta referida tanto al mundo como a sí misma (Alejandro había afirmado que el orbe de las tierras le era demasiado estrecho y de disponía a abrir sus arcanos con gentes armadas), con su rostro, venerable en su vejez, lleno de turbación y encolerizada, deja de repente a un lado la materia prima, interrumpe la nueva obra y las figuras a las que había comenzado a dar forma, deja, llena de inquietud, de infundir los espíritus vitales en los distintos miembros y, cubierta con el manto de una nube, se dirige hacia la Estigia y hacia los arcanos del segundo mundo. Por dondequiera que, en su prisa, avanza, los elementos le ceden el paso y se levantan ante su creadora. El aire, en suspensión, rinde homenaje a la diosa conforme ésta lo va penetrando; la tierra, exuberante, le sale al encuentro con sus flores primaverales; el mar, más placentero que de ordinario, somete las aguas a su mando, y las hinchadas olas guardan silencio. Todas las cosas veneran, dignamente a Naturaleza y le suplican que multiplique las cosechas y que, aplicando una mezcla de humedad y de calor, acreciente los frutos y el vigor de las semillas. Ella les da las gracias y les ordena que respeten- y en ningún caso sobrepasen- las metas establecidas por Naturaleza. “Desciendo a la Estigia”, dijo, “a tomar medidas en beneficio mío y de los míos, dispuesta a echar por tierra la cabeza de Alejandro, nuestro común azote, y ante quien se estremecen la tierra y el mar”. Así habló, y abrió una oscura sima de la tierra, introduciéndose en el umbral tartáreo por un sendero en pendiente.” (Pejenaute Rubio 1998: 299-300).
vii Cfr. el documentadísimo estudio de Lida publicado de manera póstuma (Lida 1977: 179-290), en el que la profesora argentina ofrece numerosos testimonios del tratamiento que hicieron los clásicos grecolatinos del tema de la naturaleza y critica a Curtius por no haberlos incorporado ni valorado de una manera adecuada. Vid. esp. el excursus (Lida 1977: 280-282).
viii Problamemente a través de la Clavis phisicae de Honorio de Autun (Lucentini 1974).
ix Meg. 2. 1. (Stock 1972: 89).
x Sobre Alano de Lille y su obra literaria vid. Raynaud de Lage (1951), Green (1956), D’Alverny (1965), Evans (1983) y Hudry (1988). Cito el De planctu Naturae siguiendo la edición de Wetherbee (2013)
xi Asimismo es evidente el influjo de Boecio en la escena incial de la obra, en la que Natura se aparece al poeta-soñador con el fin de curar su alienatio mentis, y de reprocharlo e instruirlo.
xii Así lo considera García López (2000: 802).
xiii [“Céfiro, florido, había calmado la fiereza del año, extinguiendo los ataques de Bóreas con su paz”.]
xiv [“Aunque la joven estación provocaba deleite, la joven no pudo calmar su previa tristeza ni alegrarse por los favores de las criaturas...”]
xv [“¿Por qué una lluvia de llanto riega tu rostro? / ¿Qué anuncian sus lágrimas? / El llanto es una lengua suficientemente fiel a un dolor profundo”].
xvi “[Tú], la que, contemplando las ideas puras de Nous, acuñas las distintas clases de criaturas, vistes la materia con la forma y con tu mano modelas su túnica.”
xvii “[Tú], a quien favorece el cielo, a quien se somete el aire, a quien reverencia la tierra y venera el mar, a quien como señora del mundo, todas las cosas pagan su tributo”.
xviii [“Natura es la artífice que compone el cuerpo, habitación del alma, a partir de los materiales y la cualidad de los elementos”]. Vid. Newman (2013: 343).
xix Vid. Townsend (2007: 198). Lafferty (2003) destaca el influjo de Lucano (Farsalia 10, 39-42), aunque en su poema épico Naturaleza no presenta los rasgos antropomórficos de la Naturaleza de la Escuela de Chartres. Asimismo señala que el primero en sugerir el De planctu Naturae como modelo de Gautier fue Pfister (1911) y remite a un trabajo inédito de Carla DeSantis, al que lamentablemente no he tenido acceso (Lafferty 2003: 286). Pejenaute Rubio (1998: 299) acepta el influjo, pero con reparos ya que, siguiendo a Curtius (1946: 160-188), considera “que tal personificación es un tópico de la época” (Pejenaute Rubio 1998: 64).
xx Cito por la edición de Casas Rigal (2007: 646-48).
xxi García López (2000: 801-802) compara este verso con 2335 a (“El Criador que fizo todas la creaturas..”) y hace una fina observación sobre el uso de los verbos criar, que describiría principalmente la relación entre las creaturas y Natura, y fazer, aplicado a la actividad divina. Si bien Materni (2013) minimiza las implicancias filosóficas, con todo, no excluye una exigencia estética para la alternancia criar / fazer.
xxii Sobre el carácter trascendente de la falta de Alejandro que afecta a la estructura ontológica del mundo, vid. García López (2000: 799-800).
xxiii Nelson (1979: 685n) sospecha una deturpación del pasaje. Casas Rigall (2000: 648n) intenta salvar el pasaje, pero no descarta la hipótesis de Nelson.
xxiv Recordamos que la segunda mitad del hexámetro de 10, 14 sirvió de modelo para 2331a-b.
xxv Vid. Casas Rigall (2000: 648n).
xxvi Materni en la primera parte del capítulo revisa y pone en duda la validez historiográfica del concepto “Escuela de Chartres” (Materni 2013).
xxvii Aunque posteriores a la fecha de composición del Alexandre, sirven de testimonio el ms. 47-15 de la Biblioteca de la Catedral de Toledo, que habría conservado juntamente el De planctu Naturae de Alano de Lille con la obra de Bernardo Silvestre (Millás Vallicrosa 1942: 55-64), y los inventarios del arzobispo don Gonzalo García Gudiel de 1273 y 1280 (Hernández – Linehan 2004: 481 y 494).
xxviii Vid. Weisheipl (1982), Escobar (1994) y De Libera (2000: 345-367)
xxix El carácter didáctico-moral es destacado por Cañas Murillo (1995), Arizaleta (1999: 240-261), Uria (2000: 212-213) y Lacarra-Cacho Blecua (2012: 357).
xxx Para la “despaganización” del Libro de Alexandre y la búsqueda del poeta por ajustarse a un contexto más ortodoxo, vid. Willis (1934), Michael (1970), Pejenaute (1995) y García López (2000: 806-807).
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